LA DIFERENCIA ENTRE ILUMINAR Y ALUMBRAR ES LA INTENCIÓN.
ALUMBRAR es que haya luz para que se vea lo que está delante de mi cámara. ILUMINAR es tener una intención determinada, querer expresar algo concreto.
Iluminamos de determinada forma porque queremos que vean ciertos atributos en lo fotografiado pero además iluminamos para crear un clima donde el espectador pueda percibir el mensaje de tal manera que el impacto emocional perdure en su memoria. Cuando iluminamos, somos atrevidos, vamos más allá y desafiamos a las condiciones reinantes en el ambiente porque tenemos una imagen en nuestra mente y eso es lo que queremos representar en nuestra foto.
Podemos incluir en nuestra imagen, todos los elementos icónicos necesarios para que se pueda entender claramente el mensaje que queremos dar y acomodarlos en forma armoniosa y equilibrada. Eso sería suficiente a un nivel informativo pero entiendo que cuando utilizamos la fotografía como un instrumento expresivo, debemos ir más allá que sólo informar. Necesitamos producir una sensación en nuestro espectador.
El recurso que hace la diferencia es la luz. La comprensión intelectual está en lo “que fotografiamos” y la manera en que lo disponemos (composición). El impacto emocional, eso que perdura en la mente del espectador; lo que lo hace reír, llorar, alegrase o reflexionar, se produce cuando le damos protagonismo fundamental la iluminación (“cómo fotografiamos”). Por eso siempre digo que iluminar conlleva una intensión determinada por el autor. Él tiene una idea y quiere que su espectador la entienda. Con la luz no sólo modelamos y destacamos las características propias del objeto, además creamos un clima y de esa manera podemos influir en el que observa. Le damos herramientas más certeras para que entienda el mensaje, no permitimos que se desvíe e interprete cualquier cosa.
Donis A. Dondis (Diseñadora Gráfica Norteamericana 1924-1984), en su libro “La sintaxis de la imagen”, referencia bibliográfica fundamental en el campo de la alfabetización visual, nos dice:“Cuando las intenciones visuales del comunicador no están nítidamente perfiladas y controladas, el resultado es ambiguo y el efecto creado es insatisfactorio y frustrante para el público” y “… hay que evitar la ambigüedad por ser el efecto visual más indeseable, y no sólo por psicológicamente perturbador, sino también por chapucero e inferior a cualquier nivel de los criterios de la comunicación visual”. (negritas mías)
Iluminar ese es el desafío.